A medida que se acerca el final del año, muchas personas y empresas comienzan a revisar su situación fiscal y financiera con la vista puesta en el próximo ejercicio. 

Una de las decisiones más importantes que puedes tomar es la de cambiar de asesoría si consideras que la que estás utilizando no está cumpliendo con tus expectativas o necesidades.

Sin embargo, cambiar de asesoría no es algo que deba tomarse a la ligera. Si estás dudando sobre si seguir con tu actual asesor fiscal o financiero, aquí te mostramos 4 señales de alarma que podrían hacerte replantearte esta decisión y considerar un cambio antes de que termine el año.

1. Falta de proactividad en la optimización fiscal

Uno de los principales roles de una asesoría es no solo gestionar tus impuestos, sino proactivamente buscar oportunidades de ahorro fiscal.

 Si tu asesor no está ofreciendo estrategias para reducir tu carga tributaria, como la optimización de deducciones, el aprovechamiento de incentivos fiscales o la planificación de tu declaración de la renta, es una señal de que quizás no esté a la altura de tus expectativas.

Un buen asesor debe estar siempre al tanto de las novedades fiscales y ser capaz de proponer soluciones personalizadas para tu situación financiera. Si notas que solo te dan respuestas reactivas (como solo contestar preguntas cuando las haces), es un claro indicio de que tu asesoría no está siendo lo suficientemente proactiva.

Esto es especialmente importante a finales de año, cuando puedes aprovechar deducciones o realizar cambios estratégicos que mejoren tu situación fiscal para el próximo ejercicio.

2. Comunicación inadecuada o deficiente

La comunicación fluida es clave en la relación con tu asesoría. Si te encuentras con que tu asesor te ofrece respuestas tardías, no responde a tus correos electrónicos o te cuesta mucho ponerte en contacto con él, este es otro signo de que algo no está funcionando correctamente.

La falta de comunicación puede tener graves consecuencias, especialmente si surgen dudas sobre tus obligaciones fiscales o si necesitas realizar alguna gestión urgente al final del año.

 Un buen asesor debe estar disponible para resolver tus preguntas y ofrecerte orientación clara y oportuna. Si sientes que la comunicación no es fluida o que tu asesor no está comprometido con tus necesidades, puede ser el momento de cambiar de asesoría.

3. No están aportando valor añadido a tu negocio o finanzas personales

Un buen asesor no solo se limita a hacer trámites o cumplir con las obligaciones fiscales, sino que debe aportar valor añadido en términos de consejos financieros, estrategias de crecimiento y planificación a largo plazo. 

Si tu asesoría no te está ayudando a optimizar tus recursos, a desarrollar planes financieros sólidos o no está mostrando interés por el futuro de tu situación económica, es momento de plantearte el cambio.

Por ejemplo, un asesor fiscal competente puede ayudarte a estructurar tu negocio de una manera más eficiente fiscalmente, asesorarte sobre cómo reinvertir tus ganancias o explicarte cómo aprovechar incentivos específicos de la legislación local o nacional. 

Si sientes que no estás recibiendo este tipo de asesoramiento estratégico, puedes estar perdiendo oportunidades valiosas.

4. Errores recurrentes o problemas con la gestión de documentación

Los errores en la gestión de impuestos, presentaciones tardías o la falta de organización en la documentación pueden ser señales claras de que la asesoría no está brindando el nivel de servicio que necesitas.

La gestión fiscal es un aspecto delicado que requiere atención al detalle. Si encuentras que tu asesoría comete errores frecuentes en tu declaración de impuestos, se olvidan de presentar ciertos documentos a tiempo o no te proporcionan los informes y estados financieros adecuados, esto puede causarte problemas legales y financieros a largo plazo.

Si tienes la sensación de que no te están gestionando bien tus trámites fiscales o que las cosas se están dejando al azar, es hora de considerar un cambio. 

La precisión y la puntualidad en los informes fiscales son imprescindibles, especialmente cuando se acerca el cierre del año fiscal.

Conclusión

A finales de año, es el momento perfecto para reflexionar sobre la calidad de los servicios de tu asesoría. Si experimentas alguna de las señales de alarma mencionadas anteriormente, es posible que sea el momento de replantearte el cambio de asesoría antes de que finalice el año. Recuerda que tu asesor debe ser un aliado que te ayude a optimizar tu situación financiera y fiscal, y no una carga que te genere más preocupaciones.

Cambiar de asesoría puede ser una decisión estratégica que marque la diferencia en tu economía personal o empresarial. Si no estás satisfecho con el servicio actual, no dudes en explorar otras opciones para encontrar a un profesional que se ajuste mejor a tus necesidades.

¡Actúa ahora y asegúrate de que el próximo año tu asesoría sea un verdadero aliado en tu éxito financiero!

Para cualquier duda o ampliar la información nuestro equipo de asesores fiscales están a tu disposición. 

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